jueves, 23 de mayo de 2013

HOMBRES MALTRATADOS

Dice la Constitución Española, en su Artículo 14, que los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

Ello implica (al margen de la inmunidad de las infantas y los indultos a dedo) que ninguna ley debería promover la desigualdad o la discriminación. Pero ocurre. En particular con la violencia de género cuando la víctima es un hombre.

Y no hablo de instituciones privadas de mujeres maltratadas que no atienden a las víctimas masculinas. Hablo de leyes, publicadas en el BOE, claramente anticonstitucionales, en los que se realiza una "discriminación positiva" en favor de la mujer maltratada.

¿Y los hombres? ¿No sufren los hombres maltratados un infierno? ¿No les afecta a la autoestima? ¿No tienen problemas psicológicos? Cualquier maltrato, cualquier violencia de género es condenable, y la ley no debería discriminar en función del género de la víctima.  No porque no sea constitucional. Porque no es justo. La discriminación nunca es positiva.

El hecho de que estadísticamente se declaren menos casos en los que el hombre es la víctima no es excusa para su trato diferenciado. Probablemente muchos de ellos lo ocultan por miedo y vergüenza. Pero, precisamente, si son pocos los afectados no debería ser significativo incluirlos en las ventajas, ni iría en detrimento de nada ni de nadie. 

Toda ley destinada a proteger o compensar a las víctimas de la violencia de género que cambiara la palabra MUJER por la palabra PERSONA en su redactado, dejaría exactamente en la misma situación a las víctimas femeninas, no las perjudicaría en nada, y equipararía los derechos de los hombres maltratados. 

Pero ello no ocurre. ¿Por qué? ¿Tal vez se quiere castigar al género masculino por ser estadísticamente el responsable de la mayoría de maltratos? ¿Y así ensañarse con las víctimas para vengarse del colectivo?. Las personas particulares se pueden permitir tener esta mentalidad cerrada, primitiva y egoísta, pero la ley no. La ley debe ser justa e imparcial, y entender que cada víctima es un drama particular, independiente de lo que haya hecho alguno de sus congéneres.

Por eso no entiendo que se sigan promulgando leyes contra la violencia de género que discriminen a las víctimas masculinas. Si existiera alguna ley para proteger exclusivamente a los hombres víctimas de la violencia de género ya habría saltado por los aires.