miércoles, 23 de mayo de 2012

RECORTES

Una Administración Pública (igual que cualquier persona o familia) que gasta más de lo que ingresa, está condenada a la ruina. Por eso cuando escucho las palabras Déficit Público al lado de una cifra distinta de 0% pienso que alguien no está haciendo bien su trabajo.

Solamente hay cuatro opciones para acabar con el Déficit Público:

a) Lucha contra el fraude, la corrupción, la malversación, el cohecho (soborno de funcionarios) y otras actividades delictivas. La clave no es tanto luchar contra el fraude (que ya se hace), sino convertir en delito actividades actualmente legales pero de moralidad cuestionable. (Sueldos obscenos de alcaldes asignados a ellos mismos, viajes privados del presidente del Supremo con fondos públicos que no necesita justificar, inmunidades diplomáticas o parlamentarias y un tristemente largo etcétera...)

b) Endeudarse indefinidamente. Claramente la peor opción. En primer lugar porque con una deuda elevada acabas dedicando una parte cada vez mayor de tus ingresos a pagar los intereses en vez de destinarlos a algo útil. En segundo lugar porque dependes del que te presta y acabas sometido a su voluntad política. Y en tercer lugar porque si un día deja de confiar en tu capacidad para devolver la deuda y te corta el grifo todo el sistema saltará por los aires y se hundirá como un castillo de naipes (ni sueldos de funcionarios, ni pensiones de jubilados, ni sanidad, ni educación ni nada de nada).

c) Aumentar los impuestos. Está claro que queda camino por hacer. La Iglesia Católica debe pagar impuestos como todo el mundo (empezando por el IBI de sus numerosos inmuebles), y son necesarias medidas para que el sistema fiscal sea más justo y eficiente, pero subir el IVA, el IRPF, y otros impuestos que ahoguen todavía más al contribuyente es una mala opción. En primer lugar estás asfixiando a la gallina de los huevos de oro. En segundo lugar a la gallina ya se le están hinchando los huevos de oro de ver que sus impuestos se despilfarran o se usan para engrosar los bolsillos de los que pueden jugar con ellos.

d) Recortar. Desde mi punto de vista la opción más viable. Yo estoy a favor de los recortes. Hay que recortar. Claro que hay que recortar. La clave es de dónde. Hay dos maneras de hacerlo:

d.1) Buscar la partida más grande de gasto (sanidad y educación) y pegarle un hachazo a lo bestia. Está claro que el montante ahorrado será grande, pero también lo es el coste social. En especial porque mientras haya despilfarro y malversación en otras partidas, cualquier recorte en algo útil no tiene legitimación posible.

d.2) Analizar partida por partida, todas aquellos gastos prescindibles que no necesitamos y eliminarlos. Unos ejemplos:
- Monarquía. No sirve para nada más que para alimentar a los parásitos que la componen y para matar elefantes. Muchos países no tienen y son felices.
- Senado. Ver Monarquía. No hay que reformar el Senado para darle una utilidad. Hay que eliminarlo.
- Ejército. Siempre recortable. Además no necesitamos enviar tropas a custodiar a los pescadores que van a Somalia a expoliar sus recursos. Si no tenemos pescado comeremos verdura.
- Incluyo dentro de Ejército los 40 millones de euros de dinero público que se embolsilla el ministro de defensa (Pedro Morenés) como compensación porque le prohiben fabricar bombas de racimo a su empresa Instalaza.
- Iglesia. Si alguien quiere financiarla que les dé dinero directamente. No más crucecitas en el IRPF ni más fondos públicos.
- Autovías que no van a ninguna parte.
- Aeropuertos que no se utilizan.
- Trenes de alta velocidad deficitarios.
- Amnistías y ventajas fiscales a grandes corporaciones, defraudadores, grandes fortunas y clubs de fútbol (para sueldos descabellados a los jugadores sí que hay dinero...)
- Corridas de toros y otros festejos con torturas a animales.
- Circuitos de Fórmula 1 y otras instalaciones deportivas que sean más inútiles que un hospital o una escuela.
- Subvenciones a fundaciones franquistas.
- Políticos. Sueldos obscenos, pensiones vitalicias y todos los privilegios que ya nos hemos indignado leyendo varias veces en cadenas de correos electrónicos.
- Coches, escoltas, cócteles, celebraciones, chóferes, helicópteros, y otros lujos oficiales.
- Retratos de ex-políticos (el de Cascos nos costó 200.000 euros)
- Financiación de partidos políticos. Ya cobran el 3% de comisión en adjudicación de obras (presuntamente, claro), recortemos pues de fuentes públicas.
- Administraciones duplicadas, fusión de ayuntamientos, diputaciones,...
- Informes y estudios innecesarios.
- Embajadas comerciales.

- Este artículo lo dejo abierto porque seguro que se me ocurren más cosas.

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