martes, 18 de octubre de 2011

EL TABACO

Nunca he fumado. Tampoco he entendido nunca por qué la gente fuma. Comprendo lo difícil que es desengancharse de las sustancias adictivas, pero nunca he entendido el primer cigarrillo. Sabemos que mata, sabemos que engancha, sabemos que produce cáncer al usuario y a su entorno más próximo. Pero la gente sigue empezando a fumar. ¿Gregarismo? ¿Inercia? ¿Rebeldía? ¿Voluntad débil? Cada uno tendrá sus motivos.

Pero lo que siempre me ha sorprendido es que el tabaco sea legal. Una sustancia similar, en cuanto a toxicidad y adicción no se permitiría en ningún tipo de alimento. Afortunadamente las leyes han cambiado, pero el tabaco sigue siendo legal.

Y es legal porque económicamente es muy rentable. Se habla del coste de la Seguridad Social provocado por las enfermedades derivadas del tabaquismo. Sin embargo el tabaco produce un montón de puestos de trabajo en su producción, distribución y venta, genera unos sabrosos impuestos y beneficios empresariales y un elevadísimo ahorro en pensiones por las muertes prematuras y la reducción de la esperanza de vida del fumador. La persona que muere por enfermedades derivadas del tabaco hubiera muerto igualmente por otros motivos unos años después, generando igualmente un coste sanitario.

Pero ¿justifica su rentabilidad económica el drama humano de la enfermedad y la muerte prematuras? Si el dinero es más importante que la vida humana estaríamos justificando cualquier actividad empresarial contaminante, nociva, destructiva, venenosa, tóxica, cualquier droga, y en definitiva la mayoría de actividades delictivas.

Es por ello que no entiendo que el tabaco siga siendo legal.

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